Arribada a Camboya: de nuevo viajando como se quiere

Policía de la aduana en Phnom Den. Su inglés es digno de mención. Ya lo hemos mencionado antes, pero pasar la frontera por vía terrestre es asombroso. Hay algo irracional que se esconde. Como explicar que de una frontera a la otra, el panorama puede cambiar tan radicalmente. La gente, las rutas, las tiendas, la vida cotidiana y mismo los paisajes. Pasamos la frontera entre Vietnam y Camboya (sur). Allí, una aduana ha sido recién abierta para los extranjeros. El único transporte accesible es la moto (escúter) o taxi privado. A parte de los habitantes, no vimos ningún turista. Ahí, uno se da cuenta de la diferencia antes mencionada. El lado vietnamita cuenta con una aduana y oficinas lujosamente equipados (maquina de Rayos x, etc.). Sobre la carretera asfaltada se pueden contemplar grandes letreros deseando “feliz viaje” en vietnamita e inglés. En el momento en que se pisa tierra camboyana, la carretera asfaltada se trasforma en pista de arena, las oficinas de aduana son casetas y chozas minúsculas y los vehículos son remplazados por carretas tiradas por animales de carga. Esta claro que pocos turistas han pasado por esta frontera (turista = dólar = desarrollo). No hay nadie que te venga a cambiar un Dong (moneda vietnamita) por un Riel (moneda camboyana) a un porcentaje ilegal, argumentando que después será imposible de hacer el cambio monetario. ¡He aquí un puesto de aduana que los viajeros independientes aprecian! .

Otro cambio categórico, es el idioma. El alfabeto cambia y la cantidad de personas que chapurrean el inglés, se puede contar con los dedos de una mano. Por lo tanto, nos sumergimos de nuevo en las páginas de idiomas de nuestra guía de viaje para poder comunicarnos. Con una veintena de palabras y cifras, uno se las arregla tranquilamente. El único problema es que los naturales creen ingenuamente que uno comprende su idioma, mientras que tu sólo dices “cuanto”, “hasta”, “a que hora viene el bus”, etc. Se lanzan en grandes discursos y conversaciones, acentuados por una gran sonrisa de tu parte, como muestra de “comprensión”.

Luego, tomamos de nuevo un escúter taxi (1 hora y media de pista con el bolso en la espalda) hasta el próximo cruce (Angk Tasaom) en el cual se encontraban los minibús. De ahí, tomamos un minibús hasta Kampot, pequeña ciudad costera en donde pasamos unos días. Alquilamos una MotoCross 250 cm3 para ir a una jungla vecina. Ya hemos visitado la selva anteriormente pero ésta era simplemente impresionante por su densidad y su riqueza vegetal y animal. . Notablemente un pájaro gigante haciendo el ruido de un ala delta con sus alas, a cada batimiento.

Hablando de manera general, Camboya sufre de muchos males sociales. Los campos minados, la corrupción, los cazadores clandestinos, el analfabetismo. Siempre las mismas tristes constataciones sobre nuestra raza, que muchas veces, da ansias de rebelarse.