Al borde de una crisis de nervios a causa de los taxistas

Un proverbio dice: el hombre es el depredador del hombre. Humanista a convicción, creo profundamente en el hombre en cuanto a su subsistencia y su futuro. Y de otra parte, en los elementos que se evaden de nuestra percepción aún demasiado centrada en sobre un cerebro desconocido por la ciencia. Sin embargo, debo resignarme y admitir que una clase de gente completamente maliciosa, existe. Se trata de los choferes de taxi (carreta, moto-taxi, etc.). Dejar pelado al visitante, estafando con agresividad, mentiras e ironía, parece una actitud universal para esta especie de gente malsana.

Y lo afirmo sin ninguna consideración hacia una patria o cultura. Por todas partes, hasta hoy, los hemos encontrado, como buitres que esperan ansiosamente poder arrojarse sobre su presa. Me pregunto si no se trata de uno de los aspectos más duros y difíciles del viaje. Creo que si, porque se trata del hombre. Como en todas las manadas siempre hay ovejas negras.

Afortunadamente, también existen los taxistas que son una bendición para los que se cruzan en su camino. Se llaman Sanju (ver noticia del 10-septiembre-2004), Shakil (ver noticia del 23-octubre-2004) y mismo el joven taxista puesto a nuestra disposición por “Yangon Airways” para llevarnos de la cuidad de Kyaingtong a Tachilek. Sería una falta grave no rendirles homenaje. ¡Que se propaguen a profusión! Chofer de triciclo vietnamita en pleno reposo