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Angkor, un majestuoso sitio arqueológico de Asia: entre ciudadelas perdidas y selva

Si, la cuidad perdida de Angkor, es maravillosa, esplendida y mágica. Si, hay que pasar mínimo una semana. Si, un guía es indispensable para comprender la extraordinaria historia escrita, esculpida, construida durante cinco siglos. ¡Si, Angkor, Angkor, Angkor! ¡Queremos otra vez!

Angkor, son cinco siglos de historia del gran Imperio Khmer que se extendió durante su apogeo, desde Myanmar (Birmania) hasta Vietnam, atravesando Laos y Tailandia. Es al mismo tiempo, una exquisita mezcla artística de budismo e hinduismo.

Sokun, nuestro guía francófono (lengua francesa), nos relató detalladamente la historia de cada una de esas piedras asombrosamente apiladas y esculpidas con escenas religiosas de la vida cotidiana.

Sokun es una auténtica enciclopedia histórica. Tiene la respuesta a todas las preguntas. Su pasado personal, es tan trágico como revelador de lo que representa la vida en Camboya. Único sobreviviente de su familia (su padre era director de una escuela) durante el sanguinario régimen de los rebeldes “Khmer Rouges”, vivió sometido a trabajos forzados en los campos de cultivo. A pesar de esa etapa difícil de su vida, se graduó como médico durante el régimen vietnamita en 1979. Profesión que ejerció por dieciocho años antes de convertirse en guía turístico con la finalidad de poder sustentar a su familia de cuatro hijos. En calidad de médico, ganaba 35 dólares por mes. Un profesor gana 25… Presentemente, Sokun gana 25 dólares ¡por día! ¡Gracias al turismo!. Templo de Angkor Wat durante la salida del sol. ¡Único!

Nada que decir, ¡hay que venir!

S21, el colmo de las atrocidades de treinta años de guerra

Una de las habitaciones de tortura. La foto en la pared muestra lo que los vietnamitas encontraron durante la toma de la prisión. No quedaban más que siete sobrevivientes y catorce cadáveres. 12’000 personas fueron asesinadas, incluido 2’000 niños.

Celda de madera construida en las salas de clase La guerra, ¡dichosos aquellos que no la viven! Al contrario de lo que se podría pensar, ver este tipo de barbaries, nos hace tomar plenamente consciencia de la aberración de estos actos. Te ofende, lastima, enfría y te hace rechazar para siempre cualquier tipo de violencia. A propósito de emociones, el jefe espiritual de los budistas, dice: “En primer lugar, tenemos que venir en conocimiento de cuán nefastas son las emociones y comportamientos negativos, y benefactores las emociones positivas. Esas emociones negativas no son únicamente destructoras con respecto a nosotros mismos, sino también hacia la sociedad y el futuro de nuestro planeta. Esta toma de consciencia refuerza nuestra determinación a afrontarlas y vencerlas.»

Todas las películas hollywoodianas que hayamos podido ver durante nuestra infancia y adolescencia, esconden la realidad humana de una guerra. El lado heroico de esas películas casi incita a hacerla. Mi papá siempre nos prohibió de tener pistolas o armas de juguete cuando éramos niños. Me acuerdo que nos encantaba, a escondidas, ver esas películas y series americanas como “Rambo” o “Las cabezas quemadas” para después ir a jugar con nuestras pistolas cargadas en el viejo barrio de Montreux. Hoy, comprendo mejor la decisión de mi padre de no querer ninguna arma bajo su techo, ¡Sea de plástico o de metal! Esos males (armas, guerras, dictaduras, etc.) deben ser suprimidos desde la raíz.

Lo peor de la guerra, es su presencia permanente en nuestro planeta. Mismo hoy, siembra el dolor y el pánico, en numerosos países, y siempre por intereses religiosos y/o económicos. ¡Solamente odio y desolación!

« S21 » (Prisión de seguridad 21) fue una escuela transformada en campo de concentración y tortura, por los rebeldes “Khmers Rouges” en 1975. Los “Khmers Rouges”, infligieron con severidad sobre todo Camboya, entre 1975 y 1979. Estos revolucionarios maoístas, exterminaron su propio país de unos dos millones de personas, asesinando todo lo que podía entorpecer la buena marcha de su revolución agraria. Es decir, intelectuales, gente de grado de la armada o la policía, médicos, profesores, cuatro ojos, empresarios, ¡todo el mundo! Luego, la guerra continuó hasta 1993 entre vietnamitas y opositores camboyanos. Es notablemente durante ese periodo que Camboya se convierte en el territorio más minado del mundo. Detrás de esta guerra, se esconden las grandes potencias mundiales (USA, Ex-URSS y China) sin éstas, no habría armas para atacar. La misma historia de siempre.

Camboya es el país que más me agradó en la región de Asia del sur-este. ¿Por qué? Lo ignoro, simplemente así lo siento. Admiro a este pueblo con un pasado doloroso, que ha sufrido tanto, y que acoge tan calurosamente al visitante, especialmente fuera de las ciudades de Phnom Penh y Siam Reap.

Arribada a Camboya: de nuevo viajando como se quiere

Policía de la aduana en Phnom Den. Su inglés es digno de mención. Ya lo hemos mencionado antes, pero pasar la frontera por vía terrestre es asombroso. Hay algo irracional que se esconde. Como explicar que de una frontera a la otra, el panorama puede cambiar tan radicalmente. La gente, las rutas, las tiendas, la vida cotidiana y mismo los paisajes. Pasamos la frontera entre Vietnam y Camboya (sur). Allí, una aduana ha sido recién abierta para los extranjeros. El único transporte accesible es la moto (escúter) o taxi privado. A parte de los habitantes, no vimos ningún turista. Ahí, uno se da cuenta de la diferencia antes mencionada. El lado vietnamita cuenta con una aduana y oficinas lujosamente equipados (maquina de Rayos x, etc.). Sobre la carretera asfaltada se pueden contemplar grandes letreros deseando “feliz viaje” en vietnamita e inglés. En el momento en que se pisa tierra camboyana, la carretera asfaltada se trasforma en pista de arena, las oficinas de aduana son casetas y chozas minúsculas y los vehículos son remplazados por carretas tiradas por animales de carga. Esta claro que pocos turistas han pasado por esta frontera (turista = dólar = desarrollo). No hay nadie que te venga a cambiar un Dong (moneda vietnamita) por un Riel (moneda camboyana) a un porcentaje ilegal, argumentando que después será imposible de hacer el cambio monetario. ¡He aquí un puesto de aduana que los viajeros independientes aprecian! .

Otro cambio categórico, es el idioma. El alfabeto cambia y la cantidad de personas que chapurrean el inglés, se puede contar con los dedos de una mano. Por lo tanto, nos sumergimos de nuevo en las páginas de idiomas de nuestra guía de viaje para poder comunicarnos. Con una veintena de palabras y cifras, uno se las arregla tranquilamente. El único problema es que los naturales creen ingenuamente que uno comprende su idioma, mientras que tu sólo dices “cuanto”, “hasta”, “a que hora viene el bus”, etc. Se lanzan en grandes discursos y conversaciones, acentuados por una gran sonrisa de tu parte, como muestra de “comprensión”.

Luego, tomamos de nuevo un escúter taxi (1 hora y media de pista con el bolso en la espalda) hasta el próximo cruce (Angk Tasaom) en el cual se encontraban los minibús. De ahí, tomamos un minibús hasta Kampot, pequeña ciudad costera en donde pasamos unos días. Alquilamos una MotoCross 250 cm3 para ir a una jungla vecina. Ya hemos visitado la selva anteriormente pero ésta era simplemente impresionante por su densidad y su riqueza vegetal y animal. . Notablemente un pájaro gigante haciendo el ruido de un ala delta con sus alas, a cada batimiento.

Hablando de manera general, Camboya sufre de muchos males sociales. Los campos minados, la corrupción, los cazadores clandestinos, el analfabetismo. Siempre las mismas tristes constataciones sobre nuestra raza, que muchas veces, da ansias de rebelarse.