Archivo por meses: diciembre 2005

Entre el Cristo gigante y la pobreza existente, Cochabamba muestra la realidad del cotidiano boliviano

Cochabamba nos mostró la cara pobre de Bolivia. Una ciudad grande, desordenada y caótica. No llamó nuestra atención si no es por sus mendigos (cada 5 metros) viviendo en condiciones inhumanas. Lastimosamente, estas personas son siempre indígenas vestidos tradicionalmente. El lugar de estos mendigos no debería encontrarse sobre la vereda. Lo más triste es que casi siempre se trata de mujeres jóvenes acompañadas de 4 a 5 niños. ¿Cuál será el futuro de esos niños? ciertamente el mismo que el de sus madres.

Para contrastar, visitamos el “Palacio Portales” del riquísimo Simón Patiño, uno de los hombres más ricos del mundo en los años 30. Fundó su fortuna gracias a la explotación de una mina de estaño, muy utilizado en ese tiempo para la fabricación de municiones de guerra. Su palacio fue inspirado de arquitecturas grandiosas existentes. Su construcción duró 12 años. Hoy en día, el palacio ha sido convertido en un espacio cultural al servicio de los habitantes de Cochabamba. El cristo de la Concordia, la imagen más grande del mundo. Observa toda la ciudad y es testigo de la injusticia humana

Esplendor colonial y guardián de tradiciones, Sucre ha sabido conservar su unidad

Expertos en ciudades coloniales latinoamericanas, Sucre gana la medalla de la mejor. De hecho, Sucre posee armonía arquitectural, no se ha dedicado al turismo, por tanto, permanece auténtica y tiene todo el encanto de un pueblito tranquilo. El único reproche que le podríamos hacer, son los cables eléctricos que malogran a menudo la vista sobre las calles y los edificios. En sus alrededores se sitúan numerosas aldeas en donde las personas se visten con trajes tradicionales muy coloridos.

Otra particularidad de Sucre son sus descubrimientos paleontológicos. En los años 90, unos obreros dieron por casualidad, con unas extrañas huellas. Después de investigaciones de muchos científicos, se pudo reconocer que aquellas huellas pertenecían a diferentes tipos de dinosaurios. Desafortunadamente, con la erosión y el paso del tiempo, estas huellas están desapareciendo poco a poco. Imaginar aquellas gigantescas criaturas viviendo en nuestro planeta hace más de 60 millones de años. Hay de que llenar de canas a los científicos más racionales. Vendedor ambulante de artesanía

Sitio donde se observan miles de huellas de dinosaurio de más de 60 millones de años

Un pedacito de camino con nuestros amigos Maite y Yan

No podíamos dejar de ver a Maite y Yan, unos amigos suizos que viajaban por 3 meses en América del sur.

Después de unos cuantos e-mailes y un Chat en MSN, nos encontramos en Uyuni. Ellos viniendo de San Pedro de Atacama en Chile y nosotros de Tupiza en Bolivia.

Estábamos en un cybercafé cuando de repente, Monica oyó una dulce voz conocida, llamarla. Mágico ¿no? Justamente en ese momento Maite y Yan iban a consultar su correo electrónico para ver el mensaje que nosotros les habíamos dejado el día anterior.

Conversamos largamente acerca de nuestras experiencias respectivas y decidimos viajar juntos en Bolivia por un tiempo determinado. Finalmente, pasamos 9 días en su agradable compañía. Maite y Yan en la entrada de la Cooperativa minera “Unificada” en Potosí

Sly, Chi, Maite y Yan delante las huellas de dinosaurios en Sucre

Potosí, testimonio de una historia cruel: Las Minas

Trabajador minero de 48 años en busca de plata (masticando coca)

Patio interior de la bella Casa de la Moneda de Potosí De Uyuni, en compañía de nuestros amigos Maite y Yan, fuimos a Potosí. Ocho horas en un bus que se podría calificar como 4×4 por su facultad de pasar “en todo terreno”. Poco a poco mientras entrábamos a la ciudad, descubrimos el “Cerro Rico” con sus minas de plata, de zinc y de estaño. Nos acomodamos en un bonito albergue colonial situado a dos pasos de la Plaza de armas de Potosí. En Latinoamérica, los comercios casi siempre se agrupan por calle. Nosotros nos encontrábamos en la “Calle de los abogados.

Otro punto importante en Potosí es la altitud ¡4070 metros! Aquí nadie se escapa del “soroche” o mal de altura, sin embargo, nosotros nos encontrábamos hacía más de 2 semanas en alturas similares, por tanto, todo nos fue bien. Mismo si el verano reinaba, a esta altura la temperatura es cruda. No obstante, los adictos de Internet siempre van a encontrar un cybercafé, mismo a esta altura, puesto que éstos abundan en toda América latina. Aquí les llamamos ¡Los cybercafé más altos del planeta!! En resumen: los cybercafé más altos del planeta en el país más pobre de Latinoamérica. Conclusión interesante.

Cuando nos acostumbramos a la altura, por una vez más, nos preguntamos y nos estimulamos para visitar las fúnebres Minas de Potosí. Fúnebres, porque han quitado la vida a más de 8 millones de indígenas en 500 años. Y esto, antiguamente para el crecimiento de la Corona de España y después para enriquecer a algunos propietarios bolivianos corruptos. ¡Es curioso, la corona española nunca fue demandada por genocidio! Es una lástima, no podemos enmendar el pasado, sin embargo, podemos influenciar nuestro futuro y eso es capital.

Reservamos una visita de mina en una de las agencias que trabajan para estas cooperativas mineras. De esta visita, surgieron muchas interrogantes… La experiencia fue más que dolorosa. Dolorosa físicamente y dolorosa para asimilar que todavía cientos de personas trabajan hoy en día en condiciones inhumanas.

He aquí el relato de nuestra visita en las minas.

Todo comenzó en el mercado de mineros, ahí, el guía (supuestamente un minero retirado) nos describió algunos objetos que el minero utiliza aunque la mayor importancia se le da a la dinamita. La finalidad de este juego es comprar material para regalar a los mineros. Bien, jugamos el juego. El problema comenzó cuando Yan perdió su máscara anti-polvo mientras nos dirigíamos hacia el bus. Yan quiso comprarse otra máscara y no queriendo volver a descender hasta la tienda (elegida por el guía) donde la habíamos comprado, fuimos a otra más cercana. En aquella tienda todo estaba simplemente a mitad de precio, mejor dicho ¡hubiésemos podido regalar más material a los mineros yendo a otra tienda! Ahí hubo algo que no nos gustó nada.

Mientras tanto, Monica se comenzó a sentir mal y prefirió renunciar a la visita de las minas, entonces volvió al hotel. Los 3 ni bien llegando al lugar de transformación de minerales y extracción de metal, dije al guía que no estaba de acuerdo con la estafa de los precios, ante lo cual él me garantizó que iba a hacer justicia al final de la visita. Puro bla-bla, no hizo nada. Bueno, visitamos el centro de procesamiento de minerales (en donde trabajan hasta niños de 12 años) y luego fuimos en dirección del Cerro rico y sus centenas de entradas. Vestidos con botas de jebe, de un impermeable y de un casco con linterna frontal, penetramos en la mina de la cooperativa minera “Unificada”.

Primero entras en túneles altos de hasta 2 metros. Algunas veces tienes que correr y protegerte en la zona de escape ya que algunos vagones con 2 o 3 mineros circulan a toda velocidad hacia la salida del túnel. El calor aumenta a medida que avanzas en la mina, el aire se hace cada vez más escaso y se mezcla con la sílice que vuelve el espacio sofocante, sin olvidar que nos encontrábamos a 4300 metros. Luego pasas al segundo nivel en cuclillas. Ahí vimos a un grupo de mineros perforando la roca para luego dinamitarla. Felizmente trabajaban con un perforador equipado de una manguera de agua para evitar el polvo. Les dejamos algunas de las dinamitas y bebidas que compramos en la tienda.

Al final, descendimos al tercer nivel arrastrándonos. El calor y la sílice nos ahogaban en ese nivel. En este lugar, el guía nos llevó hacia un minero que trabaja solo con un pico. Me subí trepando hasta llegar a la cavidad donde se encontraba ese hombre. Solamente pude entrar la mitad de mi cuerpo en la cavidad, era demasiado estrecho. En plena roca, tuve que concentrarme para no entrar en pánico ya que sentía que me asfixiaba. El minero, 48 años y 28 en la mina. Esperanza de vida: 5 años más a causa del polvo de la roca que obstruye los pulmones (muerte por silicosis). El minero trabajaba la roca con su pico en una cavidad en donde no había más lugar que para él. ¡Los derechos humanos todavía tienen chamba! Para salir de allí, tuvimos que dar vuelta atrás, fue duro. Pasamos solamente 2 horas en la mina y ya me sentía mal físicamente, ni siquiera les explico cómo me sentía psicológicamente… Cuando llegamos a la salida, apenas el guía nos dijo “adiós” que ya había entrado de nuevo a la mina con otro grupo de turistas. Nunca sabremos lo que pasó con los precios de la primera tienda, y si el guía recibe una comisión o no? Nos sobraba dinamita y no comprendíamos realmente por qué no se la habíamos dado a un minero antes de salir del túnel, hasta que el acompañante del guía comenzó a prenderla para comenzar una sesión de fotos con la mecha prendida (hasta yo lo hice entupidamente) antes de correr para lanzarla hacia la cuesta desierta de la mina y… BOUM! La explosión en el vació. Algunos ingleses de otros grupos habían guardado más dinamitas y al parecer se divirtieron como loquitos haciendo estallar las cargas.

Más tarde, encontramos diferentes personas que habían vivido esta experiencia de una manera diferente. Estas personas percibieron una especie de atracción turística deplorable. Es verdad que el Cerro rico no es más rentable, por lo tanto ¿Lo estarán convirtiendo en una atracción turística? Definitivamente las condiciones que experimentamos en la “nuestra” mina eran relativamente duras y reales, la duda permanece. Esta experiencia fue conmovedora.

Al día siguiente visitamos la “Casa de la moneda” y un mercadito local tradicional en donde aún se practica el trueque. En este lugar ni se te ocurra tomar fotos a la gente si no quieres ser linchado. Nosotros 4 éramos los únicos visitantes presentes, puesto que el mercadito todavía no se ha convertido en un lugar turístico, felizmente. Por tanto, aprovechamos de este privilegio guardando los recuerdos en nuestros corazones como siempre.

Final delirante en el Salar de Uyuni

Todos juntos, decidimos asistir al amanecer sobre el Salar. Para esto, nos quitamos del albergue a las 4 y media de la madrugada. Estábamos aun a 4000 metros de altitud, imagínense el frió que hacía. Fue mágico. La Jeep perdida en medio de aquel océano de sal donde se habían dibujado hexágonos en el suelo. Admirados, observamos la salida del más venerado astro celeste acompañado de un fondo musical de Pink Floyd !!!

Después de una inolvidable salida del sol, continuamos nuestra ruta hasta el “Incahuasi” o Casa del Inca en la Isla del Pescado. Una isla que se encuentra en medio de un océano inmaculado de sal y con sus cactus viejos de centenas de años a los cuales se les atribuye una proveniencia divina. Nada que decir, fue una visión alucinante.

Entre nieve y agua, la sal se confunde hasta deslumbrar el alma apaciguada de los visitantes.

Luego continuamos nuestro camino en dirección de la ciudad de Uyuni, pasando por un hotel construido en su totalidad de sal, y terminamos nuestra visita en el cementerio de trenes de Uyuni.

Para describir lo que vivimos durante estos 4 días, podríamos hablar de lo que los religiosos llaman ¡Milagro, Maravilloso, Esplendido… Inspira, Impresiona! Vista desde la Isla del Pescado»

El Salar…»

Los paisajes del “lejano oeste” de Tupiza

Atravesamos la ruta desde Tilcara en Argentina hasta Tupiza en Bolivia. Una vez que pasamos la frontera descubrimos una vez mas, otro mundo. Pasamos de uno de los países mas desarrollados de América latina al más pobre en el cual una gran parte de la población vive en condiciones a menudo inhumanas.

La región de Tupiza (alt. 2720 m.) nos evoca los paisajes del lejano oeste americano con sus quebradas, cañones y colinas de múltiples colores. Durante un paseo a caballo pudimos admirar las colinas talladas por el agua y el viento durante el paso del tiempo.

El ritmo de vida de este pueblo es particularmente agradable con su mercado de artesanos provenientes de aldeas vecinas. Ciudad de Tupiza y sus paisajes

Frontera la Quiaca (Argentina) – Villazon (Bolivia): pasaje de mercadería en la espalda

Fenómeno interesante y bastante fuera de lo común es el que se observa en la frontera.

Un viejo acuerdo entre los 2 países estipula que una persona puede pasar el equivalente a su propio peso sin declaración. Se puede observar una interminable cadena humana de un lado al otro de la frontera cargando en la espalda, cantidad de mercadería de Argentina a Bolivia.