Potosí, testimonio de una historia cruel: Las Minas

Trabajador minero de 48 años en busca de plata (masticando coca)

Patio interior de la bella Casa de la Moneda de Potosí De Uyuni, en compañía de nuestros amigos Maite y Yan, fuimos a Potosí. Ocho horas en un bus que se podría calificar como 4×4 por su facultad de pasar “en todo terreno”. Poco a poco mientras entrábamos a la ciudad, descubrimos el “Cerro Rico” con sus minas de plata, de zinc y de estaño. Nos acomodamos en un bonito albergue colonial situado a dos pasos de la Plaza de armas de Potosí. En Latinoamérica, los comercios casi siempre se agrupan por calle. Nosotros nos encontrábamos en la “Calle de los abogados.

Otro punto importante en Potosí es la altitud ¡4070 metros! Aquí nadie se escapa del “soroche” o mal de altura, sin embargo, nosotros nos encontrábamos hacía más de 2 semanas en alturas similares, por tanto, todo nos fue bien. Mismo si el verano reinaba, a esta altura la temperatura es cruda. No obstante, los adictos de Internet siempre van a encontrar un cybercafé, mismo a esta altura, puesto que éstos abundan en toda América latina. Aquí les llamamos ¡Los cybercafé más altos del planeta!! En resumen: los cybercafé más altos del planeta en el país más pobre de Latinoamérica. Conclusión interesante.

Cuando nos acostumbramos a la altura, por una vez más, nos preguntamos y nos estimulamos para visitar las fúnebres Minas de Potosí. Fúnebres, porque han quitado la vida a más de 8 millones de indígenas en 500 años. Y esto, antiguamente para el crecimiento de la Corona de España y después para enriquecer a algunos propietarios bolivianos corruptos. ¡Es curioso, la corona española nunca fue demandada por genocidio! Es una lástima, no podemos enmendar el pasado, sin embargo, podemos influenciar nuestro futuro y eso es capital.

Reservamos una visita de mina en una de las agencias que trabajan para estas cooperativas mineras. De esta visita, surgieron muchas interrogantes… La experiencia fue más que dolorosa. Dolorosa físicamente y dolorosa para asimilar que todavía cientos de personas trabajan hoy en día en condiciones inhumanas.

He aquí el relato de nuestra visita en las minas.

Todo comenzó en el mercado de mineros, ahí, el guía (supuestamente un minero retirado) nos describió algunos objetos que el minero utiliza aunque la mayor importancia se le da a la dinamita. La finalidad de este juego es comprar material para regalar a los mineros. Bien, jugamos el juego. El problema comenzó cuando Yan perdió su máscara anti-polvo mientras nos dirigíamos hacia el bus. Yan quiso comprarse otra máscara y no queriendo volver a descender hasta la tienda (elegida por el guía) donde la habíamos comprado, fuimos a otra más cercana. En aquella tienda todo estaba simplemente a mitad de precio, mejor dicho ¡hubiésemos podido regalar más material a los mineros yendo a otra tienda! Ahí hubo algo que no nos gustó nada.

Mientras tanto, Monica se comenzó a sentir mal y prefirió renunciar a la visita de las minas, entonces volvió al hotel. Los 3 ni bien llegando al lugar de transformación de minerales y extracción de metal, dije al guía que no estaba de acuerdo con la estafa de los precios, ante lo cual él me garantizó que iba a hacer justicia al final de la visita. Puro bla-bla, no hizo nada. Bueno, visitamos el centro de procesamiento de minerales (en donde trabajan hasta niños de 12 años) y luego fuimos en dirección del Cerro rico y sus centenas de entradas. Vestidos con botas de jebe, de un impermeable y de un casco con linterna frontal, penetramos en la mina de la cooperativa minera “Unificada”.

Primero entras en túneles altos de hasta 2 metros. Algunas veces tienes que correr y protegerte en la zona de escape ya que algunos vagones con 2 o 3 mineros circulan a toda velocidad hacia la salida del túnel. El calor aumenta a medida que avanzas en la mina, el aire se hace cada vez más escaso y se mezcla con la sílice que vuelve el espacio sofocante, sin olvidar que nos encontrábamos a 4300 metros. Luego pasas al segundo nivel en cuclillas. Ahí vimos a un grupo de mineros perforando la roca para luego dinamitarla. Felizmente trabajaban con un perforador equipado de una manguera de agua para evitar el polvo. Les dejamos algunas de las dinamitas y bebidas que compramos en la tienda.

Al final, descendimos al tercer nivel arrastrándonos. El calor y la sílice nos ahogaban en ese nivel. En este lugar, el guía nos llevó hacia un minero que trabaja solo con un pico. Me subí trepando hasta llegar a la cavidad donde se encontraba ese hombre. Solamente pude entrar la mitad de mi cuerpo en la cavidad, era demasiado estrecho. En plena roca, tuve que concentrarme para no entrar en pánico ya que sentía que me asfixiaba. El minero, 48 años y 28 en la mina. Esperanza de vida: 5 años más a causa del polvo de la roca que obstruye los pulmones (muerte por silicosis). El minero trabajaba la roca con su pico en una cavidad en donde no había más lugar que para él. ¡Los derechos humanos todavía tienen chamba! Para salir de allí, tuvimos que dar vuelta atrás, fue duro. Pasamos solamente 2 horas en la mina y ya me sentía mal físicamente, ni siquiera les explico cómo me sentía psicológicamente… Cuando llegamos a la salida, apenas el guía nos dijo “adiós” que ya había entrado de nuevo a la mina con otro grupo de turistas. Nunca sabremos lo que pasó con los precios de la primera tienda, y si el guía recibe una comisión o no? Nos sobraba dinamita y no comprendíamos realmente por qué no se la habíamos dado a un minero antes de salir del túnel, hasta que el acompañante del guía comenzó a prenderla para comenzar una sesión de fotos con la mecha prendida (hasta yo lo hice entupidamente) antes de correr para lanzarla hacia la cuesta desierta de la mina y… BOUM! La explosión en el vació. Algunos ingleses de otros grupos habían guardado más dinamitas y al parecer se divirtieron como loquitos haciendo estallar las cargas.

Más tarde, encontramos diferentes personas que habían vivido esta experiencia de una manera diferente. Estas personas percibieron una especie de atracción turística deplorable. Es verdad que el Cerro rico no es más rentable, por lo tanto ¿Lo estarán convirtiendo en una atracción turística? Definitivamente las condiciones que experimentamos en la “nuestra” mina eran relativamente duras y reales, la duda permanece. Esta experiencia fue conmovedora.

Al día siguiente visitamos la “Casa de la moneda” y un mercadito local tradicional en donde aún se practica el trueque. En este lugar ni se te ocurra tomar fotos a la gente si no quieres ser linchado. Nosotros 4 éramos los únicos visitantes presentes, puesto que el mercadito todavía no se ha convertido en un lugar turístico, felizmente. Por tanto, aprovechamos de este privilegio guardando los recuerdos en nuestros corazones como siempre.