La fiebre musical de Cuba

¡Cuba es música! Después de haber puesto el aspecto monetario de lado, pudimos admirar la música tradicional en Santa Clara y la salsa a profusión en Trinidad con sus alucinantes bailarines. Aquí, la salsa no parece salir de horas de cursos de baile (como bailan los europeos) sino como algo innato y aprendido en la alegría de vivir. ¡Se mueven con una tal gracia que uno no se cansa de mirarlos!

Cuando retornamos a la Habana, por fin pudimos experimentar la hospitalidad cubana. En la misma calle donde nos hospedábamos había una fiesta improvisada en honor al Día de los Padres; ron en abundancia y personas que se contentaban simplemente de bailar en la vereda, nos han llamado cuando pasábamos por ahí.

Fuimos y por la primera vez nos ofrecieron un vaso para simplemente decir “salud” sin malas intensiones. .

Nos presentamos, bailamos reagetton y disfrutamos del ambiente cubano. Ese fue ciertamente uno de los momentos más maravillosos que pasamos en la Habana. “Mesa” como le llamaban, era el hombre de la casa. Invitó a Sylvain a ir a nadar al día siguiente en el malecón al borde del mar. A pesar que el mar estaba desgraciadamente contaminado a causa del petróleo de los barcos, pudimos ver algunos peces tropicales. Al regreso tuvimos que tomar varias duchas con benzina para poder disolver el petróleo sobre nuestra piel. Una difícil constatación para nosotros que amamos la naturaleza. Pasamos la última noche en Cuba acompañados de la familia Mesa antes de tomar el avión de regreso a Cancún en México. Grupo de música tradicional de estilo “Buena Vista Social Club”

Bailarines de salsa en Trinidad

Transeúntes escuchando y bailando al son de la conocida “Guantanamera” interpretada en un bar de la Habana vieja.