Chihuahua, extensas áreas desérticas, ranchos y botas de cowboy

Las amplias superficies del sur de los Estados Unidos y del norte de México, nos impresionaron particularmente. Es gigantesco, el horizonte infinito, el desierto y los cactus. Esta región de la Sierra madre occidental y de la meseta central de la Anáhuac, agrupa muchos ranchos de gran importancia. Para impregnarnos de esta cultura digna de “Western”, asistimos a una subasta (remate) de ganado organizada por la asociación local de bovinos. Pasamos un día ilustrativo en compañía de paisanos nativos, cada uno con un sombrero y una correa con hebilla redonda que hacía juego con el color de sus botas de cuero. Para vivir ese tipo de experiencia es realmente necesario hablar el idioma del país. Detallarles cómo aterrizamos ahí, tomaría demasiado tiempo.

De otro lado, reanudamos las cenas románticas acompañadas de tríos de boleros. Notablemente, en la “Casa de los Milagros” en donde en el patio interior del establecimiento de estilo colonial, un trío (dos guitarras y un contrabajo) nos puso la piel de gallina y un entusiasmo incontrolable al escuchar el son y los boleros clásicos que cantaban con una pasión intensa. A aquello, se aumentaban las mujeres presentes en el restaurante (incluida Monica) que acompañaban canturreando con fervor esas canciones para transportarnos a otro planeta. El lugar contaba con un menú de suculentos tacos (tortilla crujiente de maíz, acompañada de frijoles, puré de palta (aguacate) y de carne.

Chihuahua es igualmente la cuna de la lucha revolucionaria de la división del norte con su jefe carismático Pancho Villa. La visita de su residencia transformada en museo, permite un buen enfoque de la manera como los asuntos eran tratados en aquella época: ¡Al fusil! (1910-1920). Retrato y lecho de Pancho Villa

Vendedor ambulante