México, la ciudad de las mil facetas

Centro de México.

Piedra del sol azteca Hay que admitir que dudamos un poco antes de ir a México City. De una parte, porque no nos gustan las grandes ciudades, es decir, las megalópolis y el gentío, y de otra parte porque hemos oído tanto mal y advertencias acerca de la ausencia de seguridad, que mismo “Indiana Jones” estaría alerta y vigilante. Sin embargo, las maravillas que México ofrece no se pueden pasar por alto a causa de algunas maledicencias que casi siempre se tratan de exageraciones.

Del centro histórico, al magnifico museo de antropología pasando por la cuidad precolombina de “Teotihuacan”. México nos colmó y saturó. El centro histórico cuenta con decenas de edificios de arquitectura indígena “Templo Mayor”, colonial barroco “Palacio Nacional”, “Catedral Metropolitana”,…, neoclásica “Palacio de Bellas Artes”, además de las numerosas plazas con vendedores ambulantes, lustrabotas y transeúntes; permite viajar en el tiempo y comprender mejor por qué México es el país modelo del resto de la América latina.

En efecto, a pesar de las injusticias que hacen de esta nación “un país pobre”, ésta tiene todo de una sociedad desarrollada: un metro eficaz (el más barato en el mundo S/. 0.70 la trayectoria, sea cual sea la distancia y el tercero más concurrido en el mundo), Terminales de autobús de primera clase (mejor de los que hayamos tomado en Europa), dormitorios de hotel costosos, calles relativamente limpias… Sin embargo, estamos un poco decepcionados de constatar que el desarrollo mata la espontaneidad de la gente. El ejemplo del bus es el mejor. Los bus de “Primera clase” o “Ejecutivo” son de categoría superior, por tanto, el servicio y los pasajeros son fríos e indiferentes. En muchas localidades de México, no más existen los transportes públicos (“combis”). Para encontrar el bus más barato para ir a Oaxaca, tuvimos que averiguar y preguntar en dos terminales de autobús. Conclusión: tomamos un bus donde la trayectoria costaba la mitad de los bus de primera clase, el pequeño inconveniente es que se paraba en cada agencia (y no donde alguien levante la mano en plena ruta). El viaje duró 3 horas y media más que el bus de primera clase, no obstante, el bus contaba con TV y servicios higiénicos, por lo tanto para nosotros seguía siendo un “Bus de Lujo”. Después de haber platicado con diversos empleados de las estaciones de bus, parece que los “Bus publico-gallinas-ganado” donde la gente popular solía viajar, circulan solamente en algunos tramos del país. Parece que a eso se llama desarrollo…

Del centro histórico, fuimos al Museo de Antropología que relata la historia de la tierra desde los dinosaurios hasta los pueblos indígenas que viven todavía hoy en los cuatro rincones de México. Asimismo se podía apreciar una exposición temporaria acerca de las semejanzas entre las culturas precolombinas de México y Perú, haciendo hincapié sobre el rol de la mujer en dichas sociedades. Muy interesante.