Utila y la magia del Caribe

Después de un largo viaje en bus, llegamos a La Ceiba desde donde tomaríamos el barco para ir a la isla de Utila. El objetivo principal era que Sylvain hiciera unos cuantos buceos recreativos durante 3 días, puesto que este lugar es muy reputado por ser el más barato para bucear o hacer un aprendizaje de buceo.

Finalmente permanecimos 11 días en Utila. Una vez que llegamos a la isla, fuimos al centro de buceo que Sylvain había escogido, en el cual Mónica conoció a Noa, una instructora holandesa que le transmitió mucha confianza y seguridad. No sabemos cuándo ocurrió el milagro, Mónica aceptó de comenzar un curso llamado “Iniciación al buceo”. Todo se desenvolvió tan bien que ella decidió de proseguir el curso y obtuvo su primer certificado PADI “Open Water”. Al mismo tiempo, Sylvain buceaba para mejorar sus conocimientos sobre los fondos marinos y en Utila, éstos son simplemente esplendidos. Existen cantidades de plantas y corales, pequeños y grandes peces tropicales, invertebrados, etc. Un mundo que cualquier buceador desea descubrir.

Pero ahí no termina todo, después que Mónica pudo superar el miedo al agua gracias a la obtención de su certificado de buceadora, ella continuó el curso avanzado PADI “Advanced” y luego efectuó una especialización en flotabilidad. Una vez terminados todos esos cursos, pudimos disfrutar de algunos buceos recreativos juntos “he aquí una nueva afinidad en nuestra pareja”. ¡Bravo Chi! ¡El viaje forma la personalidad!

A aquello hay que agregar el buen ambiente de la población de esta pequeña isla del Caribe que presenta la particularidad de tener dos idiomas hablados al mismo tiempo: el inglés del Caribe y el español. Además la suerte nunca viene sola, llegamos a la isla durante el festival anual. Durante 8 días, espectáculos y animaciones subrayaron las noches acaloradas y llenas de estrellas que terminaron el sábado en una gran caravana. Todo esto ocurrió en la pista de la isla que no es más ancha que para cruzarse en bicicleta y que no hace más que 3 kilómetros. Era mágico, tanta espontaneidad y alegría de vivir que nos fuimos colmados de energía. Vista desde nuestra habitación “pies en el agua”