Llegamos a La Paz dos días antes de las elecciones presidenciales acompañados de Maite y Yan. Después de una última cena en un restaurante argentino, nos dijimos “adiós”. Ellos prefirieron partir antes ya que durante las elecciones no solamente todo el mundo está obligado de votar, sino que ningún vehículo está autorizado de circular. La venta de alcohol también es prohibida 3 días antes. Todo esto proporciona al cráter otra cara, es casi posible vivir aquí.
La Paz es una capital muy particular. De un lado su altura (3700 metros) y de otra su desnivelación puesto que entre la parte alta de La Paz y la parte baja, hay más de 1000 metros de desnivelación. Desplazarse en La Paz, te cansa rápido.
En las calles se acumulan mercaderes que venden toda clase de productos, desde plantas medicinales hasta las últimas copias de DVD. Todo esto, en un caos urbano bastante insoportable, como una especie de hormiguero desorganizado. Este modo de vida puede resultar rápidamente inaguantable a aquel que aprecia la calma de las praderas suizas. La Paz ¡impresionante! Es difícil diferenciar la roca de las casas