La magia de aquel lugar era un sueño, nos encontrábamos solos en medio de este decorado grandioso, deslumbrados y rodeados de todas partes por arena limpia. Teníamos la impresión que estábamos en ruta hacia la famosa puerta de San Pedro.
¿Estábamos entrando en el reino de los cielos o ya estábamos? Desierto de dunas inmaculadas